BLOG BARRAJON POEMAS

DESDE LA PENUMBRA

Estoy cansado, Señor, estoy cansado
Y mi barca se aventura a la deriva.
Estoy herido, mi Dios, lleno de heridas
Y me supura el aliento y el costado.

En la playa de la duda estoy varado
Y mi barca se escora malherida;
Quise alcanzarte, Señor, y fui alcanzado;
Atrapado estoy y no encuentro salida.

Si pudiera oír tu voz desde la arena
Llamándome de nuevo a tus caminos
Se derretirían todas mis cadenas.

Soy un viejo y derrotado peregrino;
Un deseo abrasador corre en mis venas
Mi barro es frágil y anhela ser divino.


............................

He oído tu voz esta mañana
Cuando la luz se besaba con el viento
Pareció una eternidad ¡y fue un momento!
Me has regalado tu voz suave y callada.

Se me quedó extasiado el pensamiento
Y mi paso se detuvo interpelado,
Indeciso, tembloroso y asustado
En el ribazo del camino polvoriento.

Y mi voz se quebró, muda y cansada,
Sin atreverse a susurrar siquiera
En brazos de la duda, acurrucada.

Llámame otra vez, Señor, ¡es primavera!
Llena de luz los traspiés de mi jornada
Y acaricia con tus dedos mi ceguera.

...................................


Me llamaste cuando andaba en los oteros
Conduciendo –yo era un niño- mi rebaño
Y te dije que sí; y no hubo engaño.
Yo era pastor y me hiciste compañero.

Hoy miro atrás y siento que te quiero
Han pasado muchos días, muchos años.
Ya no tengo tantas fuerzas como antaño
Pero amo más tu horizonte y tu sendero.

Si me fallan las fuerzas, y el camino
Se me hace cuesta arriba y solitario
Tú llenarás mi zurrón de pan y vino.

Quiero ser siempre tuyo y solidario,
Quiero ser por tus senderos peregrino,
Consagrado por amor y mercedario.


....................................

Si Tú vienes me encontrarás dispuesto.
Si me llamas iré sin condiciones.
Si me abrazas verás mis emociones
Que brotan como signo de contento.

Pienso en ti y parece que despierto
Y mi vida se llena de canciones
Y desgrano con fe mis oraciones
Agradecido por el cielo abierto.

Tú me traes como gota de rocío
La frescura que arranca mi aguijón.
Eres nube, eres sueño y desvarío.

Eres brisa que excita mi emoción
Eres agua y eres fuego ¡Dios mío!
Que me quema e inunda el corazón.


........................................

Vivo sólo para verte
Y si te vas yo me muero
Lejos de ti no tolero
Ni la vida ni la muerte

Yo no deseo perderte
Porque soy tu jornalero
Yo sólo quiero quererte
Y tenerte sólo quiero.

Cuando siento que te vas
Se me cae el mundo entero,
No te vayas, traicionero,
Que sin ti no puedo más.


EN TI

Tú me das, mi Señor, las emociones
que desbordan este cauce tan vacío.
Tú llenas mi tristeza de canciones
y enciendes mi hogar cuando hace frío.

Tú calmas el mar y sus ciclones
y empujas con tu brisa mi navío.
Tú enciendes las estrellas a millones
e iluminas mi oscuro desvarío.

Y aquí estoy yo, sobrado de razones,
para sentirme tuyo y poco mío,
escaso de amor y lleno de pasiones.

Sólo soy una gota de rocío
en el mar de las vanas ilusiones,
azotada por el viento del hastío.


ANHELO
Ahora que la noche es tan radiante
y mis ojos se encharcan de alegría...

Quiero extender los brazos y abrazarte,
quiero curar las llagas de tu herida,
quiero, Señor, si quieres, consagrarte
lo que soy, lo que tengo, lo que pidas.

Nada me importa, nada, en este instante.
Todo lo tengo, todo, si me miras.
Quiero volver a casa y encontrarte
con la mirada tierna y encendida.

No tengo nada pero quiero darte
lo que tú me das con la luz del día:
la dicha de saber que puedo amarte.

Quiero ser oración y melodía
que se eleva, Señor, para alabarte
por esta muerte que me da la vida.


NO ME PIDAS
Puedo acunar mi dolor, si tú lo quieres
y ahogar mis penas al fragor del viento.
Puedo aceptar tu espina, cuando hieres,
y llenar de esperanza mi lamento.

Puedo entender que eres como eres
y pintar de color mi sufrimiento.
Puedo cubrir mi temor de amaneceres
y festejar la muerte que presiento.

Pero nunca me pidas, te lo pido,
que yo comprenda, porque no comprendo,
que encierre el corazón en el olvido

y deje de sentir, si estoy sintiendo,
bocanadas de horror y sinsentido
ante un niño que de hambre está muriendo.


INTERROGANTES
Quiero saber, Señor, por qué no entiendo
los latidos de horror que trae la vida,
por qué soy un mar de dudas y de viento,
por qué me ocultas la luz, por qué me olvidas.

Soy un manojo atado de silencios,
una barca sin rumbo, a la deriva;
traigo las manos llenas de lamentos
y mi alma ya no es alma sino herida.

Dime al menos que ser hombre es algo
más que vivir y contemplar la vida.
Dime que si muero por siempre salgo
de esta angustia vital que me atosiga

Y que el amor que en mi pecho derramas
como una primavera amanecida
no será presa del horror mañana
sino cosecha cierta y florecida.

Ahora que siento que la tarde llega
y pone mi cabeza en sus rodillas
déjame decirte que la noche ciega
ha encallado mi barca en tus orillas.


RESURRECCIÓN
Ha estallado de luz la mañana,
las campanas repican al viento
y la vida dormida, en silencio,
ha gritado mil veces: ¡hosanna!

Los leños que habitan la ladera
se han vestido de ramas y flores
y un aroma de intensos olores
se ha extendido sobre la ribera.

Es la pascua florida que viene
a romper nuestro sueños oscuros,
a burlar alambradas y muros,
a colmar nuestras vidas de bienes.

Ya no hay noche. Alumbra la luna
en los ríos y campos en flor.
Ya no hay muerte. Alguien mece la cuna
de la vida . ¡Está vivo el Señor!



AQUÍ ME TIENES
No sé cómo, Señor, agradecerte
tantas horas zurcidas de ilusiones,
tanta vida brotando a borbotones
en un inmenso deseo de verte.

Si algo temo, Señor, es perderte.
¿A dónde iré si malgasto tus dones?
Soy un sendero de amor y pasiones
que va surcando la vida y la muerte.

Oigo tu voz serena cuando llamas.
¿Qué me pides, Señor? ¿Tal vez mucha
voluntad para amar como tú amas?

Aquí me tienes; estoy a la escucha;
lleno de dudas, de miedo, de canas
mas siempre dispuesto para la lucha.


LIBRE. LIBRE
Nada tengo, y aunque todo tuviera
quiero mis manos libres como el viento,
sueltas y abiertas como el pensamiento,
colmadas de luz y de primavera.

Nada quiero, y aunque todo quisiera,
sólo deseo salir a tu encuentro,
cerrar los ojos y verte un momento
y despertar al cielo que me espera.

Quiero verte, Señor; meter mi mano
en el costado abierto por la herida
para sentirte de verdad humano.

En ese instante volveré a la vida
y serás mi Dios, mi amigo, mi hermano
y encontrarás mi tierra florecida.


PARADOJA DE AMOR
Cuando llega la noche y la brisa levanta
un rumor silencioso que en las hojas se duerme,
todo se hace pequeño, todo sueña con calma
y la vida se inunda de recuerdos que vuelven.

¡Quién pudiera olvidarse y de nuevo ser niño
y corriendo perderse en los juegos de siempre!
¡Ay! ¡Quién pudiera rezar esta noche, Dios mío,
con la sola palabra del rumor de una fuente!

Va creciendo un latido condensado en palabra
que golpea mi pecho como un viento fuerte.
No te escondas, Dios mío, que mi barca naufraga;
que agoniza la vida; que bosteza la muerte.

Rompe ya tu silencio y destruye mi orgullo
que rehúsa abrazarte si no logra entenderte.
¡Llámame! ¿Aún no entiendes que deseo ser tuyo
y vivir para amarte y morir para verte?


JUEVES SANTO
I
Como se abraza la hiedra al tejado
con las últimas luces de la tarde,
como el viento suspira en los collados
y la luna acaricia los jarales,
mi corazón te busca apasionado
y ansía descubrirte y abrazarte.

Como el niño se abraza emocionado
al cuello caluroso de su madre,
como sube el incienso perfumado
en la oración serena de la tarde,
mi corazón te busca apasionado
y ansía descubrirte y abrazarte.

Como un joven enamorado busca
las tiernas caricias de su amante,
como un pájaro busca su nido,
oculto entre espinosos matorrales,
mi corazón te busca apasionado
y ansía descubrirte y abrazarte.

Como un rayo de luz por la ventana
penetra y acaricia los vitrales,
como gotas de rocío en la mañana
destellan de hermosura en los trigales,
en este jueves santo de ternura
mi corazón sólo desea amarte.

II
Sabes a pan; tan tiernamente sabes,
en este Jueves Santo –primavera-
que has inundado de luz mi ceguera
y me has llenado de paz a raudales.

Sabes a pan; tan tiernamente sabes
-trigo desparramado por la era-
que he dejado de ser lo que yo era
para ser como Tú ¡los dos iguales!

Y ahora sin nada creo serlo todo
porque siento que Tú me acompañas;
¡he encontrado mi preciado tesoro!

Si algún día la noche me engaña
y me deja tirado en el lodo
llévame a tu pequeña cabaña.


MADRE REDENTORA
Tienen tus ojos toda la ternura
que es capaz de abrazar el firmamento
y no hay mañana que destelle albura
para eclipsar la luz de este momento.

Tus labios destilan tanta dulzura
que el corazón me brinca de contento.
mi vida, sazonada de amargura,
salta gozosa más allá del tiempo.

Eres Madre de la Merced, Señora.
Los cautivos bendicen la mañana
en que fuiste de sus días redentora.

Mi vida, de tus manos tan lejana,
quiere acercarse a tu regazo ahora,
cautiva de amor, a tu puerta llama.


DESPRENDIMIENTO

A manos llenas cultivé ternura
sobre el jardín, en mi niñez sembrado.
Regué las flores con tanto cuidado
que estalló de luna la noche fría.

Junto al río que rasga la espesura
escondí la vida; ¡tan enamorado!
que no hubo bosque, llanura o collado
que acogiera la flor de la amargura.

¡Ay! Jamás olvidaré su voz serena,
aquella tarde de lirios sembrada,
pidiéndome las flores de azucena.

Me negué. No pude darle nada.
Eran mi libertad y mi cadena.
¡Se marchitaron aquella jornada!


NADA
Hazme nada, Señor, quiero ser nada;
nube de polvo que arrebata el viento.
no malgastes el roce de tu aliento
en esta carne descorazonada.

¿Marchitará mi orgullo tu mirada?
¡Ya! Corta el hilo que teje mi tiempo
y abre mis ojos al feliz momento,
que traigo el alma vendida y cansada.

Nada, nada, para sentirte todo;
perderme en la espesura y encontrarte
al final del sendero, en el recodo.

Lleva mi barca lejos, a otra parte;
limpia mis manos manchadas de lodo
y al caer la tarde déjame amarte.


PRÓDIGO
Aquí me tienes al caer el día,
apretando los puños contra el viento,
destrozadas las manos, sin aliento,
he malgastado tu hacienda y la mía.

Me sorprendió una caricia del día
sobre mi frente, en el fugaz momento
en que se ahogaba mi pensamiento
en una jarra de vino vacía.

Acabé siendo un vulgar carcelero
de sueños y de viejas ilusiones.
¡Ni siquiera recordarlo quiero!

Malgasté tu hacienda, vendí tus dones.
No merezco ya ser tu jornalero,
pero nunca, mi Señor, me abandones.


PEREGRINO
En el desierto avanza un peregrino,
por el peso del tiempo doblegado,
sediento, solo, triste y agotado;
perdió su norte y no encuentra el camino.

¿Avanza o retrocede? ¿Es su destino
o sólo lleva el rumbo equivocado?
¿Será el orgullo que lo ha traicionado
y no sabe volver por donde vino?

El oasis que ansío no es un sueño
que me haya nublado la razón.
El mismo Dios por mí subió hasta el leño,

peregrino de cruz, la tarde de pasión,
y siendo esclavo, me llamó a ser dueño
la mañana azul de resurrección.


ANHELO DE VIDA
Con el cierzo que azota la colina
murió el romero, flor de la ladera;
clavado en cruz, desesperado, espera
el milagro de luz que se avecina.

La rama, por el hielo mortecina,
enamorada de la primavera,
ahogada en el dolor de su ceguera,
añora un rayo de savia divina.

Así mis manos, de orgullo sangrantes,
se encallecieron para la oración
y ya no aman como amaron antes.

Así los ojos de mi corazón,
yertos de invierno, sueñan apremiantes
con un destello de resurrección.


PENUMBRA
Cuando la noche se vuelve lamento
volar quisiera a la niñez perdida.
Volar sin rumbo. De la mano, el viento
y una estrella blanca que preludie el día.

Refrescar mis ojos en la vieja fuente
que grabó en mi pecho la gozosa herida
del amor primero. Y sobre mi frente
tu beso de nube que me dio la vida.

Mas siento, Señor, que venció mi orgullo,
y un golpe de nieve me cubrió de frío,
y una larva de odio malogró el capullo

de la flor que sembraste. Y sentir tu arrullo,
dormirme en la nada para hacerte mío,
y dejarlo todo para ser más tuyo.


LA ESPERA
Llegará silenciosa, de puntillas,
y cerrará mis ojos tiernamente;
sin alzar la cortina, de repente
me cubrirá de nieve las mejillas.

La esperaré sereno, de rodillas
y cuando llegue besaré su frente.
Dejaré mis quehaceres para siempre
y cruzaré veloz a la otra orilla.

Tendré la boca de palomas llena
y roto el cuero del viejo zurrón
y vacía de plata mi alacena.

Toma mi vida cuajada en sazón.
rompe en pedazos, Señor, mi cadena.
Deja que abrace la resurrección.



A TUS MANOS VENGO
A tus manos, Padre, vengo
porque la vida me cansa,
porque me hiere el recuerdo
y se me va la esperanza.
Las ilusiones de entonces
¡tan hermosas!
volaron cual nubes blancas.
Y ahora me cansa la vida.
La vida, Padre, me cansa.

La fe y el pecho de bronce,
la mirada,
el camino recorrido,
los amigos,
la fatiga en la garganta,
¿dónde fueron?
¿sólo queda la nostalgia?

Traigo las manos vacías
por agarrarme a los juncos de la vida.
Traigo rota la inocencia
porque olvidé ser cirial de tu presencia.

No me llames hijo tuyo
porque gasté tus cuidados
en tabernas,
en caricias,
en mercados...

Si Tú quieres,
yo seré tu asalariado
y haré crecer las espigas del sembrado.
De tu viña, ¡siempre esclavo!
de tu tierra,
de tu arado,
pescador de mar adentro
o juglar enamorado.
Pero no me alejes, Padre,
del hogar de tu presencia
que la vida me ha cansado.


AMBICIÓN
Se hacía de noche.
Una brisa de mármol llenaba mi pecho
y temblé
ante un bosque cerrado de dudas
que tomaba al asalto
mi cielo de estrellas.
Y llené la mochila
de pan,
de miel,
de almendras.

¡El alba quedaba tan lejos!

Y al llegar al arroyo furioso
¡me asusté!
¡Tan lejos estaba la orilla!
Tú tendiste tu mano
¡ay de mí!
y no pude estrecharla.
¡Llevaba las mías tan llenas!


ALBORADA
Alborada de nieve,
tarde de fuego.
La ilusión era niña
y está muriendo.
Alborada de fuego,
tarde de nieve.
Una flor ha nacido,
otra se muere.
Tarde de oro,
noche de plata.
Una duda me roba
las esperanzas.
Noche de plata,
mañana de oro.
Si me duermo, Dios mío,
que no esté solo.
Vela mi sueño
triste y oscuro.
¡Ay! Señor de la aurora,
quiero ser tuyo.
Quiero ser tuyo
cuando despierte
del beso frío
que da la muerte.
Alborada de nieve,
tarde de fuego.
En tus manos, cansado,
Padre, me duermo.
Alborada de fuego
tarde de nieve.
Al despertar del sueño
¡quisiera verte!


CICATRIZ
¡Cómo me duele esta herida!
¡Cómo golpea asustada
a las puertas de mi vida
robándome lo que amaba!

Me hiciste de frágil barro
y tengo rotas las alas,
los ojos llenos de miedo.
¡arcilla que nadie amasa!

No quiero ser nunca más
de caricias pordiosero,
ni soñador, ni juglar.

Tú me persigues, Señor,
empañando mis anhelos.
¡Hágase tu voluntad!



MI VOZ TE LLAMA
Sobre las altas cimas
de las montañas;
por el camino virgen
de la cañada;
por la sombra que tiembla
bajo las aguas,
donde el sauce envejece,
padece y ama;
por las fuentes te busco;
por las aladas
claridades que vuelan
en la mañana,
¡Ay! te busco incansable
porque en tus ramas
anidan los secretos
que anhela el alma.
Angustiado te busco.
La duda araña.
Perdido entre la niebla
mi voz te llama.


FIAT
La tarde nazarena se dormía
sobre el regazo gris del pensamiento
y un susurro, mecido por el viento,
acariciaba la piel de María.

Se ocultó la tarde. En aquel día
sólo rompía la paz del silencio
una oración sutil como el incienso,
trenzada de amor entre celosías.

Una luz cegadora –Dios la bendijo-
llenó sus ojos, el fuego y la alacena.
¡Dios te salve, María, -un ángel le dijo-

de luz y gracia, niña, toda llena!
Concebirás, darás a luz un hijo
que será para el mundo enhorabuena.


AMOR QUE TARDAS
Cuando llega nos hiere tiernamente
y nos abre en silencio la ventana.
Tiene manos de nube de mañana
y de noche es caricia complaciente.

Si llega de puntillas se presiente
que la vida renace cuando llama
a las puertas del hombre que no ama,
desbordando su pecho dulcemente.

Viene y va, ríe y llora, baja y sube,
se llena en primavera de color
y le presta sus lágrimas la nube.

Quienes persiguen comprar su valor
pisan las flores. No saben que un querube
es quien dispara saetas de amor.


NOSTALGIA
Aquí me tienes otra vez, dolido,
roto por dentro, por fuera humillado,
ansiando ternura, desesperado,
como ciervo que gime malherido.

¡Me sentí tan mío! ¡Tan amanecido!
desprecié tus caricias y cuidados.
Me besó la noche y me dejó aterido,
mordido por el miedo y desalmado.

No tengo a nadie, ni me queda nada;
se me escapa la vida a borbotones
y me aterra no ver la madrugada.

¡Cómo recuerdo de tu casa los arcones
donde guardabas la ropa planchada!
¡Hogar donde hilvané mis ilusiones!


NAÚFRAGO DE AMOR
Vuelvo de lejos desesperanzado,
náufrago del amor, a la deriva
por un mar de dudas, sin salida,
quise ser libre pero me hice esclavo.

Lejos de ti se me abrió una herida
sangrante de maldad en el costado.
Quise vivir y agonizó mi vida.
Busqué el amor y me venció el pecado.

Te encontré una tarde en la cañada
y te seguí de lejos, asustado.
¡Tres veces te negué de madrugada

cuando fuiste prendido y torturado!
Cerré los ojos para no ver nada
y al abrirlos ¡te vi crucificado!


SILENCIO QUE HIERE
En esta tarde de sol los recuerdos
me llenan las manos.
En mis ojos dormitan los sueños
de la infancia ¡tan lejanos!
Esta tarde una luz cegadora
me desborda en los ojos.
Miro atrás, miro al frente...
Es inútil; se me escapa la vida.
Dime dónde te escondes.
Dime dónde podré descubrirte.
Dime dónde, mi Dios, dime dónde.
¡Pobre loco queriendo seguirte!
Ya se acerca la noche y soy hombre:
soledad, silencio, destino.
En la nieve susurro tu nombre
¡Dios! Otra vez me he perdido.
¿Dónde estás?
No se ve el horizonte.
Me has dejado.
¡De nuevo te has ido!


DIOS AMANECE
En esta tarde tan enternecida
el almendro estalla en blancas flores
y un aroma de luz y de colores
suspira en la ladera florecida.

En esta tarde tan atardecida
¡Infancia feliz de tantos amores!
siento la sombra de mis sinsabores
como un destello de luz en mi vida.

Asomado esta tarde a la ventana
vi pasar al pequeño que fui un día
en los tiernos brazos de la mañana.

Y al mirar hacia atrás, vi que veía,
al contraluz de una noche lejana,
a Dios que con ternura amanecía.

poemas BLOG barrajón

El arte, resplandor que toma cuerpo

sábado, 28 de enero de 2012

Ahora que la noche es tan radiante
Y mis ojos se encharcan de alegría...

Quiero extender los brazos y abrazarte,
Quiero curar las llagas de tu herida,
Quiero, Señor, si quieres, consagrarte
Lo que soy, lo que tengo, lo que pidas.

Nada me importa, nada, en este instante.
Todo lo tengo, todo, si me miras.
Quiero volver a casa y encontrarte
Con la mirada tierna y encendida.

No tengo nada pero quiero darte
Lo que recibo con la luz del día:
La dicha de saber que puedo amarte.

Quiero ser oración y melodía
Que se eleva, Señor, para alabarte
Por esta muerte que me da la vida.

Brasilia. Enero de 2001.